I was asked to speak at a Women's Conference at Iglesia de Cristo Bammel this past Saturday and I just want to share what I shared with them. I've posted it here for my Spanish-speaking friends, and the english translation follows. I pray it blesses you and your journey is inspired.
Vivir Como Si Fuera el último Día de tu Vida
Esta oportunidad llegó en el momento en que mi espíritu necesitaba un avivamiento, y Dios es tan fiel que por eso estoy aquí. El tema de mi plática es: “Vivir como si fuera el último día”. Me pregunto por qué me asignaron este tema. No es por accidente; de eso estoy segura. Me encanta la idea y la inspiración detrás de este tema, y disfruto el sentimiento de vivir cada día como si fuera el último de mi vida.
Parece relevante a la manera en que vivo mis días en esta etapa de mi vida. No podría vivir cada día como si fuera el último, sino hubiera vivido muchos primeros días.
Mientras oraba sobre esta plática en los últimos meses, y pensaba en cómo sería en realidad vivir cada día como si fuera el último, descubrí que es mucho más difícil de lo que esperaba, pero no en el nivel que ustedes piensan. En realidad, me deprimí con tan solo pensarlo.
Cuando pienso en mi último día, lo único que quiero es estar rodeada de mi familia. Sé que no puedo estar junto a ellos cada día, como yo quisiera. Pues hay mucho trabajo por hacer para avanzar el Reino de Dios.
Al pensar en esto, me di cuenta que mi vida es extremadamente rica en experiencias y bendiciones. No porque vivo como si fuera mi último día, sino porque vivo como si fuera mi primer día. Es verdad lo que dicen: “cada nuevo día, es como el primer día del resto de tu vida”. Creo que en esto es en lo que debemos enfocarnos. Nuestro Dios es un Dios de promesas. Él es el pasado, el presente, y el futuro. Cuando él nos enseña por medio de su palabra, nunca ha dicho “mira tu pasado”.
Nunca nos pedirá que pensemos en nuestro pasado, a menos que quiera que aprendamos algo y ganemos sabiduría. Tampoco nos pedirá que vivamos como si NUNCA tendremos otra oportunidad de volver a hacer algo. Siempre nos pedirá que pensemos en las consecuencias, recompensas y bendiciones futuras.
Cuando pienso en cada uno de mis días como “el último día”, Satanás se pone a trabajar. Usa mi corazón y lo hace preguntarse cómo va a funcionar cada nuevo día sin el pecado que le he permitido cometer. En mi vida, hay suficiente pecado.
Cuando mi padre falleció en 2007, se cortó el ancla de mi vida. Él era la razón por la que yo hacía lo correcto. Por él entendí lo que era el honor. Me enseñó que Dios siempre estaba observando. Y yo pensé que le creía. Cuando él ya no estuvo, sufrí una profunda depresión. No podía entenderlo, no sabía lo que me estaba sucediendo, y seguí buscando cosas que llenaran el vacío que sentía. Sentí como si nadie más estuviera observando ya la pureza de mi vida; olvidé que Dios estaba siempre observando porque mi padre ya no estaba para recordármelo. Satanás tenía la puerta abierta. Un día en mi depresión, el pecado entró a mi hogar. Satanás quería destruir todo lo que yo tenía. Me hizo creer cosas de mi vida que nunca antes creí. Lo disfrazó usando “amigos” y empecé a pensar “pobrecita Julizza”. Empecé a sentir lástima por mí misma, mi vida y mis circunstancias. Satanás también creó problemas financieros, haciendo las cosas peor. Durante ese tiempo, usó TODO lo que pudo, incluyendo mi corazón para hacerme creer que ya no había ninguna esperanza de vida junto a mi esposo. Me hizo soñar en una vida sin mi esposo. Lo que me pareció tentador: no más estrés, no más pleitos, no más dolor en el corazón. Pero Satanás nunca me reveló las consecuencias de esa otra vida, ni el dolor que nos causaría a todos. Esa vida se convirtió en lo que yo más quise alcanzar.
Quise abandonar mi hogar. Quise llevarme a mi hija y separarla de su padre y de la mentira que estábamos viviendo como matrimonio. Por lo menos, eso era lo que Satanás me decía que era, una mentira. Mi depresión y mis amigos me convencieron de buscar el divorcio. Después de muchos, muchos meses, mi esposo se dio por vencido de tratar de componer nuestro matrimonio y llamó a los ancianos de la iglesia pidiendo ayuda.
Recibimos consejería durante años, pero seguí viviendo con una mentalidad dividida, hasta que por fin toqué fondo. Estaba embarazada, y asustada por el futuro de mi familia. ¿Qué iba a suceder con el bebé que venía en camino? ¿Cómo iba a ser su vida? Le pedí a Dios que tomara el control y me llevara por el camino correcto. Tuve que hacer a un lado mi orgullo. Y así, pude humillarme ante Dios. Un mes más tarde, y sin esperarlo, recibí la gracia de Dios en mi matrimonio y la esperanza de un buen futuro para mi familia. TODOS JUNTOS. Algo que yo buscaba con desesperación. Después de reconocer este milagro, supe que ya no haría mis propios planes para mi vida. Fue entonces que dejé de vivir la vida como si fuera mi último día. Ya no quise estar en otro lugar, ni con alguien más, ni soltera, ni volví a sentir que ya no había oportunidad de volver a ser feliz.
Por fin entendí la gracia de Dios y el precio que había pagado por mi alma. Decidí ya no vivir para mí, sino para otros. Es algo mucho más difícil, pero mucho más gratificante. Dejé de tener una mente dividida, y sentí que había unido mi mente a la de Dios. Así pude sacar al diablo de mi corazón. Decidí que ya no me iba a divorciar y que me quedaría en mi matrimonio para siempre. Confié en que Dios lo iba a arreglar todo, y yo me humillé para que él hiciera lo necesario.
Mi esposo es un hombre bueno. No me malentiendan –él no es perfecto. Pero mi mejor amiga cristiana, a la que considero como una madre espiritual, me hizo ver que mi esposo es un hombre honorable. Y eso es suficiente.
Empecé a vivir cada nuevo día, como el primer día del resto de mi vida. Así he aprendido que con la oración, la auto-reflexión y la humildad, es la mejor manera de alabar a Dios. Dios es mi primer amor y es el centro de todo lo que amo y de todas mis relaciones. Ahora entiendo, que al amar a Dios más que a todo, es la única manera de cumplir con el compromiso que hice de quedarme por siempre con mi esposo. Le pedí a mi esposo, que JUNTOS, pusiéramos a Dios en primer lugar para todo.
Es fácil querer empezar una nueva vida. Es una lucha diaria contra Satanás, porque él siempre está esperando a que caigamos. Pero cada día es una nueva oportunidad de seguir con mi decisión de cambiar algo en mi vida. Cada día es otro día que trato. Por eso no vivo ese día como si fuera mi último día, sino como un día más en el que sigo luchando.
Por ejemplo:
Hace CUATRO AÑOS fue mi primer día en que decidí ser una mejor mamá. Aunque cada día tiene sus retos, y caigo una y otra vez, mi resolución todavía está en pie.
Hace como TRES AÑOS fue el primer día en que tomé la decisión de confiar completamente en Dios para mis necesidades financieras.
Hace como DOS AÑOS fue otro primer día en que decidí estudiar con atención la biblia para aprender y conocer mejor a Jesús, y tener una relación personal con él.
Hace como UN AÑO fue el primer día en que por fin sentí que mi mente y mi corazón realmente estaban completamente en mi hogar.
Hace una semana fue el primer día en convertirme en una mamá que no les grita a sus hijos.
Aunque he tomado todas estas decisiones, Satanás trata de recordarme mis pecados y de convencerme que no tengo esperanza, ni razón para seguir tratando de lograrlas. Busca hacerme creer que las cosas de este mundo son mejores que lo que Dios tiene para mí.
Pero la palabra de Dios dice en Primera de Juan 2: 15 al 17:
15 No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. 16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del *cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre sino del mundo. 17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
Por eso, Satanás ya no tiene poder sobre mí. Ya que no son mis acciones las que me hacen justa. Tampoco las que me salvan. El precio ya ha sido pagado por mis pecados, del pasado y del futuro.
Así que mis primeros días y los nuevos comienzos son muchos. Cada día acepto su gracia y promesas. Esto requiere de disciplina y tiene propósito. Para lograrlo, necesito ayuda. Busco cosas que me ayudan a mantener el enfoque. Escucho música que me inspira a pensar en él. Vivo en las cosas que le dan honor. Es así como lo encuentro en mi día. Me escondo de todo lo que Satanás hace y saco de mi casa todo lo que podría hacerme caer.
Algunas personas piensan que una vida sin cable de televisión, películas de horror, violencia o fantasías sexuales es aburrida. Pero no podrían estar más equivocados. Es tan liberante. No hay nada igual.
Le pido a Dios: toma mi vida, Señor. Pon en mí un corazón gozoso, ministrante y amoroso.
Mientras descanso y prospero en esta vida de cosas nuevas, empiezo a ver las cosas con más fe.
Oro con más facilidad y más frecuencia.
Escucho más historias de fe de las personas.
Le puedo dar a Dios crédito hasta por las cosas más pequeñas.
No dejo que la gente robe la santidad de una situación en la vida.
Presumo de lo bien que conozco a Dios, como lo dijo Pablo.
Y desafortunadamente para el mundo, mi opinión de Dios es para mí real y firme. Entiendo mucho sobre él y mi confianza viene de él. Confío en que él proveerá y ha cumplido poderosamente de muchas maneras. Nunca tuve estas historias antes y nunca estuve tan convencida de su omnipotencia –su poder sin límites – como lo estoy ahora.
He aprendido que mientras vivo para otros, mis propios sueños se convierten en realidad poco a poco. Es un camino largo, pero mucho más satisfactorio y rico.
He renunciado a mis sueños solo para recuperarlos multiplicados. Ese es nuestro Dios. Es un Dios que multiplica, y todo lo que le entregamos, será devuelto bendecido. Solo necesitamos fe y paciencia.
Me he salido del cuadro de lo que consideraba como alabanza y no temo alabarle con cada paso que doy. Escucho música, cierro los ojos, levanto las manos, doy brincos en conciertos, siento y arrullo el espíritu en mi corazón.
Los niños no tienen miedo de imaginar o creer en cosas que no ven. Porque he madurado en fe, creo más fácilmente en esto.
Porque he madurado, me he permitido creer en este espíritu que camina conmigo. Él va en el carro conmigo y sostiene mi mano cuando entro a mi casa. Él es tan real para mí, tan real como esta hoja de papel en mi mano. Imaginar su presencia es algo que he hecho desde joven –desde niña mis padres me enseñaron a reconocer la presencia de ángeles y de Dios. Y nunca dejé de hacerlo. Creo que esto es una parte crucial en lo que quiso decir Jesús cuando dijo que debemos “recibir el reino de Dios como un niño”. Aquellos que creen que han madurado, y no reciben el reino como un niño, no se permiten sentir el espíritu real. Se han ido en el sentido contrario cuando se trata de la fe.
Oro que ustedes vivan su vida cada día como si fuera su primer día del resto de su vida –lleno de nuevos comienzos y recordando una y otra vez las promesas de Dios.
Así como Pablo oró en Efesios 1:17 al 23:
Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo,[e] y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.
Amen!
Live Like It's Your Last Day
Amen!
Vivir Como Si Fuera el último Día de tu Vida
Esta oportunidad llegó en el momento en que mi espíritu necesitaba un avivamiento, y Dios es tan fiel que por eso estoy aquí. El tema de mi plática es: “Vivir como si fuera el último día”. Me pregunto por qué me asignaron este tema. No es por accidente; de eso estoy segura. Me encanta la idea y la inspiración detrás de este tema, y disfruto el sentimiento de vivir cada día como si fuera el último de mi vida.
Parece relevante a la manera en que vivo mis días en esta etapa de mi vida. No podría vivir cada día como si fuera el último, sino hubiera vivido muchos primeros días.
Mientras oraba sobre esta plática en los últimos meses, y pensaba en cómo sería en realidad vivir cada día como si fuera el último, descubrí que es mucho más difícil de lo que esperaba, pero no en el nivel que ustedes piensan. En realidad, me deprimí con tan solo pensarlo.
Cuando pienso en mi último día, lo único que quiero es estar rodeada de mi familia. Sé que no puedo estar junto a ellos cada día, como yo quisiera. Pues hay mucho trabajo por hacer para avanzar el Reino de Dios.
Al pensar en esto, me di cuenta que mi vida es extremadamente rica en experiencias y bendiciones. No porque vivo como si fuera mi último día, sino porque vivo como si fuera mi primer día. Es verdad lo que dicen: “cada nuevo día, es como el primer día del resto de tu vida”. Creo que en esto es en lo que debemos enfocarnos. Nuestro Dios es un Dios de promesas. Él es el pasado, el presente, y el futuro. Cuando él nos enseña por medio de su palabra, nunca ha dicho “mira tu pasado”.
Nunca nos pedirá que pensemos en nuestro pasado, a menos que quiera que aprendamos algo y ganemos sabiduría. Tampoco nos pedirá que vivamos como si NUNCA tendremos otra oportunidad de volver a hacer algo. Siempre nos pedirá que pensemos en las consecuencias, recompensas y bendiciones futuras.
Cuando pienso en cada uno de mis días como “el último día”, Satanás se pone a trabajar. Usa mi corazón y lo hace preguntarse cómo va a funcionar cada nuevo día sin el pecado que le he permitido cometer. En mi vida, hay suficiente pecado.
Cuando mi padre falleció en 2007, se cortó el ancla de mi vida. Él era la razón por la que yo hacía lo correcto. Por él entendí lo que era el honor. Me enseñó que Dios siempre estaba observando. Y yo pensé que le creía. Cuando él ya no estuvo, sufrí una profunda depresión. No podía entenderlo, no sabía lo que me estaba sucediendo, y seguí buscando cosas que llenaran el vacío que sentía. Sentí como si nadie más estuviera observando ya la pureza de mi vida; olvidé que Dios estaba siempre observando porque mi padre ya no estaba para recordármelo. Satanás tenía la puerta abierta. Un día en mi depresión, el pecado entró a mi hogar. Satanás quería destruir todo lo que yo tenía. Me hizo creer cosas de mi vida que nunca antes creí. Lo disfrazó usando “amigos” y empecé a pensar “pobrecita Julizza”. Empecé a sentir lástima por mí misma, mi vida y mis circunstancias. Satanás también creó problemas financieros, haciendo las cosas peor. Durante ese tiempo, usó TODO lo que pudo, incluyendo mi corazón para hacerme creer que ya no había ninguna esperanza de vida junto a mi esposo. Me hizo soñar en una vida sin mi esposo. Lo que me pareció tentador: no más estrés, no más pleitos, no más dolor en el corazón. Pero Satanás nunca me reveló las consecuencias de esa otra vida, ni el dolor que nos causaría a todos. Esa vida se convirtió en lo que yo más quise alcanzar.
Quise abandonar mi hogar. Quise llevarme a mi hija y separarla de su padre y de la mentira que estábamos viviendo como matrimonio. Por lo menos, eso era lo que Satanás me decía que era, una mentira. Mi depresión y mis amigos me convencieron de buscar el divorcio. Después de muchos, muchos meses, mi esposo se dio por vencido de tratar de componer nuestro matrimonio y llamó a los ancianos de la iglesia pidiendo ayuda.
Recibimos consejería durante años, pero seguí viviendo con una mentalidad dividida, hasta que por fin toqué fondo. Estaba embarazada, y asustada por el futuro de mi familia. ¿Qué iba a suceder con el bebé que venía en camino? ¿Cómo iba a ser su vida? Le pedí a Dios que tomara el control y me llevara por el camino correcto. Tuve que hacer a un lado mi orgullo. Y así, pude humillarme ante Dios. Un mes más tarde, y sin esperarlo, recibí la gracia de Dios en mi matrimonio y la esperanza de un buen futuro para mi familia. TODOS JUNTOS. Algo que yo buscaba con desesperación. Después de reconocer este milagro, supe que ya no haría mis propios planes para mi vida. Fue entonces que dejé de vivir la vida como si fuera mi último día. Ya no quise estar en otro lugar, ni con alguien más, ni soltera, ni volví a sentir que ya no había oportunidad de volver a ser feliz.
Por fin entendí la gracia de Dios y el precio que había pagado por mi alma. Decidí ya no vivir para mí, sino para otros. Es algo mucho más difícil, pero mucho más gratificante. Dejé de tener una mente dividida, y sentí que había unido mi mente a la de Dios. Así pude sacar al diablo de mi corazón. Decidí que ya no me iba a divorciar y que me quedaría en mi matrimonio para siempre. Confié en que Dios lo iba a arreglar todo, y yo me humillé para que él hiciera lo necesario.
Mi esposo es un hombre bueno. No me malentiendan –él no es perfecto. Pero mi mejor amiga cristiana, a la que considero como una madre espiritual, me hizo ver que mi esposo es un hombre honorable. Y eso es suficiente.
Empecé a vivir cada nuevo día, como el primer día del resto de mi vida. Así he aprendido que con la oración, la auto-reflexión y la humildad, es la mejor manera de alabar a Dios. Dios es mi primer amor y es el centro de todo lo que amo y de todas mis relaciones. Ahora entiendo, que al amar a Dios más que a todo, es la única manera de cumplir con el compromiso que hice de quedarme por siempre con mi esposo. Le pedí a mi esposo, que JUNTOS, pusiéramos a Dios en primer lugar para todo.
Es fácil querer empezar una nueva vida. Es una lucha diaria contra Satanás, porque él siempre está esperando a que caigamos. Pero cada día es una nueva oportunidad de seguir con mi decisión de cambiar algo en mi vida. Cada día es otro día que trato. Por eso no vivo ese día como si fuera mi último día, sino como un día más en el que sigo luchando.
Por ejemplo:
Hace CUATRO AÑOS fue mi primer día en que decidí ser una mejor mamá. Aunque cada día tiene sus retos, y caigo una y otra vez, mi resolución todavía está en pie.
Hace como TRES AÑOS fue el primer día en que tomé la decisión de confiar completamente en Dios para mis necesidades financieras.
Hace como DOS AÑOS fue otro primer día en que decidí estudiar con atención la biblia para aprender y conocer mejor a Jesús, y tener una relación personal con él.
Hace como UN AÑO fue el primer día en que por fin sentí que mi mente y mi corazón realmente estaban completamente en mi hogar.
Hace una semana fue el primer día en convertirme en una mamá que no les grita a sus hijos.
Aunque he tomado todas estas decisiones, Satanás trata de recordarme mis pecados y de convencerme que no tengo esperanza, ni razón para seguir tratando de lograrlas. Busca hacerme creer que las cosas de este mundo son mejores que lo que Dios tiene para mí.
Pero la palabra de Dios dice en Primera de Juan 2: 15 al 17:
15 No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre. 16 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del *cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre sino del mundo. 17 El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”
Por eso, Satanás ya no tiene poder sobre mí. Ya que no son mis acciones las que me hacen justa. Tampoco las que me salvan. El precio ya ha sido pagado por mis pecados, del pasado y del futuro.
Así que mis primeros días y los nuevos comienzos son muchos. Cada día acepto su gracia y promesas. Esto requiere de disciplina y tiene propósito. Para lograrlo, necesito ayuda. Busco cosas que me ayudan a mantener el enfoque. Escucho música que me inspira a pensar en él. Vivo en las cosas que le dan honor. Es así como lo encuentro en mi día. Me escondo de todo lo que Satanás hace y saco de mi casa todo lo que podría hacerme caer.
Algunas personas piensan que una vida sin cable de televisión, películas de horror, violencia o fantasías sexuales es aburrida. Pero no podrían estar más equivocados. Es tan liberante. No hay nada igual.
Le pido a Dios: toma mi vida, Señor. Pon en mí un corazón gozoso, ministrante y amoroso.
Mientras descanso y prospero en esta vida de cosas nuevas, empiezo a ver las cosas con más fe.
Oro con más facilidad y más frecuencia.
Escucho más historias de fe de las personas.
Le puedo dar a Dios crédito hasta por las cosas más pequeñas.
No dejo que la gente robe la santidad de una situación en la vida.
Presumo de lo bien que conozco a Dios, como lo dijo Pablo.
Y desafortunadamente para el mundo, mi opinión de Dios es para mí real y firme. Entiendo mucho sobre él y mi confianza viene de él. Confío en que él proveerá y ha cumplido poderosamente de muchas maneras. Nunca tuve estas historias antes y nunca estuve tan convencida de su omnipotencia –su poder sin límites – como lo estoy ahora.
He aprendido que mientras vivo para otros, mis propios sueños se convierten en realidad poco a poco. Es un camino largo, pero mucho más satisfactorio y rico.
He renunciado a mis sueños solo para recuperarlos multiplicados. Ese es nuestro Dios. Es un Dios que multiplica, y todo lo que le entregamos, será devuelto bendecido. Solo necesitamos fe y paciencia.
Me he salido del cuadro de lo que consideraba como alabanza y no temo alabarle con cada paso que doy. Escucho música, cierro los ojos, levanto las manos, doy brincos en conciertos, siento y arrullo el espíritu en mi corazón.
Los niños no tienen miedo de imaginar o creer en cosas que no ven. Porque he madurado en fe, creo más fácilmente en esto.
Porque he madurado, me he permitido creer en este espíritu que camina conmigo. Él va en el carro conmigo y sostiene mi mano cuando entro a mi casa. Él es tan real para mí, tan real como esta hoja de papel en mi mano. Imaginar su presencia es algo que he hecho desde joven –desde niña mis padres me enseñaron a reconocer la presencia de ángeles y de Dios. Y nunca dejé de hacerlo. Creo que esto es una parte crucial en lo que quiso decir Jesús cuando dijo que debemos “recibir el reino de Dios como un niño”. Aquellos que creen que han madurado, y no reciben el reino como un niño, no se permiten sentir el espíritu real. Se han ido en el sentido contrario cuando se trata de la fe.
Oro que ustedes vivan su vida cada día como si fuera su primer día del resto de su vida –lleno de nuevos comienzos y recordando una y otra vez las promesas de Dios.
Así como Pablo oró en Efesios 1:17 al 23:
Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales, muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo,[e] y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.
Amen!
Live Like It's Your Last Day
This opportunity came at a time where my Spirit needed a revival and God is so faithful, that that is why I am here. I’m curious why I got this subject assigned to me. It’s not
by accident; I know that’s for sure. I love the idea and the inspiration behind
this subject and I enjoy the feeling it gives to live each day as if it were my
last. It seems relevant to how I about my life at this phase, but I have to
tell you that I couldn’t live each day if it were my last if I didn’t have a
lot of firsts.
As I prayed through this talk for a couple of months and took
note of what it would truly be like to live as if each day was my last, I found
that it’s a lot harder to do than I anticipated, but not on the level you might
expect. I actually got depressed thinking about it.
When I think of my last day, the only thing I care about is
being surrounded by family. Truthfully, there’s not a way to live each day with
my family around me, however. I have a lot of work to do for the kingdom. I
realized that my life is extremely rich in experiences and blessings not
because I live it as if it were my last, but because I live it as if it were my
first. It is true what they say, “every new day is the first day of the rest of
your life.”
I think that this mentality is the where we should focus.
Our God is a God of promise. He is the past, the present, and the future. When
he teaches us through His word, he never tells us, “look at your past.” He will
never ask you to think about your past unless he means to learn from it and
seek wisdom from it. Never will he ask you to live like you won’t ever have
another chance at something. He will always direct you to think about the consequences,
rewards, and blessings.
When I think of each of my days “as the last day”, Satan
goes to work. He uses my heart and makes it wonder how I can go on each new day
without the sin I’ve allowed in it. In my history, there is plenty of sin.
When my father passed away in 2007, the anchor in my life
was cut. He was the reason I did what was right. He was why I understood honor.
He taught me that God was always watching. And I thought I believed him. When
he was no longer there, I experienced a terrible amount of depression. I
couldn’t understand it, I didn’t know it was happening, and I kept looking for
things to fill the void. I felt like no one was watching my pureness of life
anymore; I forgot that God was always watching because my father wasn’t there to
serve as a reminder. Satan had an open door.
One day in a bout of depression, sin entered my home. Satan wanted
to destroy everything I had. He made me believe things about my life I never
believed before. He disguised it using “friends” and the mindset crept in of
“poor Julizza”. I began feeling sorry for myself, my life, and my
circumstances. He even created financial havocs to make matters worse. Through
time, he used every tool he had-including my own heart-to make me believe that
there was no hope for a good life with my husband. He gave me visions of a life
separate from him. He tempted me with less stress, no more fights, and no more
heartbreak. But he never revealed the consequences of this other life, nor the
hurt it would cause us all. That other life became what I wanted most in this
life.
I longed to leave my home. I longed to take my child with
me-separate her from her father and this lie we were living. At least that’s
what Satan said it was-a lie. Satan used my depression, my heart, and my friends
to lead me to believe that divorce was the best option. After many, many
months, my husband gave up trying to fix our marriage himself and called on the
elders of the church to step in.
We received years of counseling, but I continued to live my
days split-minded. One day, I finally broke down in sorrow. I was pregnant and
I was scared for our family’s future. What would come of this new child? What
would his life experience be? I asked God to take over and steer me in the
right direction. I put aside my pride and broke.
A month later without expecting it, I experienced grace in
my marriage. God handed me hope and a promise of a future for my family that I
was desperately seeking. ALL TOGETHER. I had been searching for this hope
desperately. Once I realized this miracle, I knew I wanted to be done with making
my own plans for my life. In the coming months is when I stopped living my life
as if it were my last-wishing I were somewhere else and believing I didn’t have
another chance at happiness. I finally understood the grace of God and price he
had paid for my soul. I decided not to live for myself anymore, but to instead
live for others. It’s so much harder, but so much more gratifying and my
happiness could return through it. I stopped splitting my mind and I feel like
my mind became united with God’s. That was the only way I could take the
devil’s hold off my heart. I decided I would not divorce and I would stay
married to my husband forever. I decided I would trust that God would fix
everything, and I humbled myself so that He could do His work (an extremely
difficult thing to do and a daily struggle). My husband was indeed good enough.
Don’t misunderstand me-he is not nor will he ever be perfect. But he is one
very important thing that my spiritual mom taught me: he is honorable. So he was
worth it.
I began living as if each day was the first day of the rest
of my life. It is how I learned that prayer, self-reflection, and humility are
the best ways to praise. In the very core of it all is my love for God over all
of my relationships and everything I hold dear.
I understand now that loving God more than anything else is
the only way that I can fulfill my promise that I made to myself that I would
stay with my husband forever. I asked my husband if we could together put God
first in our lives.
It’s easy to think that you want to start a new way of
living, but Satan loves to drag you down when you mess up. It truly is a daily
battle. Satan is always watching for you to fall. Each new day is an
opportunity to change something in my life. Every day is a new day that I try. This
is why I don’t live each day as if it were my last day but instead as if it’s a
new day to keep trying.
About 4 years ago was my first day being a better mom.
Although there are new trials as time passes and always new things to learn, my
resolve is still there.
About 3 years ago was another first day that I decided I
would trust completely in God to provide in my finances.
About 2 years ago was the first day where I became a woman
of the bible to understand and learn who Jesus is so I could begin a deeper
personal relationship with Him.
About a year ago was the first day I felt like I truly
decided to come home and stay home-in my heart and in my mind.
About a week ago was the first day that I became a mom who
wouldn’t scream at her children.
Although I’ve made all of these resolutions, Satan still tries
to remind me of my sin and convince me I have no hope or reason to keep trying
to accomplish them. He finds ways to make me believe that the worldly pleasures
are better than what God has for me.
But 1 John 2: 15-17 says:
Do not love the world
or anything in the world. If anyone loves the world, love for the Father is not
in them. For everything in the world-the lust of the flesh, the lust of the
eyes, and the pride of life-comes not from the Father but from the world. The
world and its desires pass away, but whoever does the will of God lives
forever.”
This is why Satan no longer has power over me. For it is not
my actions that make me righteous. They don’t even save me. The price has
already been paid for what I’ve done and might do.
So my first days and new beginnings are plentiful. I daily
accept his grace and promise. It’s a discipline and it’s purposeful. In order
to do this, I have to have help. I find things that help me stay focused. I
listen to music that inspires me to think about Him. I dwell in the works that
honor Him. That is how I find Him in my day. I hide from everything Satan
makes. I put everything he creates out of my home that would make me fail.
Some may feel like a life free from network television, horror
movies, violence, and sex fantasies is boring. But they couldn’t be more wrong.
It is so freeing. There’s nothing like it.
I ask God, “Take my life, Lord. Create in me a loving,
ministering heart.”
As I rest and flourish in this life of newness, I start to
see things with more faith.
I break out in praise easier.
I pray more often…almost every subconscious thought is a
prayer.
I hear more stories of faith than I did before.
I can give God the credit for even the smallest things
easier.
I don’t let people rob the holiness or God’s credit of work
in a life situation.
I boast in how well I know God, as Paul himself mentioned.
And unfortunately for the world, my opinion of who God is to
me is real and unwavering. I understand much about him and my confidence comes
from Him.
I trust him to provide and he’s come through powerfully in
so many ways. I never had those stories before and was never as convinced of
his omnipotence-His limitless power-as much as I am now.
I have learned that as I live for others, my own dreams come
true little by little. It’s the long way around, but it’s so much more
rewarding and richer.
I have given up my dreams only to gain them back multiplied.
That is our God. He is a God of multiplication and anything you hand him, he
will return it but blessed. You need only faith and patience.
I’ve blown out the box on what I’ve considered as worship
and I’m not afraid to worship him with
every step I take. I listen to music, I close my eyes, I raise my hands, I
jump up and down in concert, I feel and coddle the spirit in my heart.
Children are not afraid to imagine or believe in things they
cannot see. Because as I have matured in faith, I can believe easier in the Spirit.
Because I’ve matured in faith, I believe in this Spirit that
walks with me easier. I acknowledge His presence easier. He rides in the car
with me and he holds my hand as I walk into my home. He is so real to me-as
real as the paper in my hand. Imagining
His presence is something I’ve done since I was young. Since I was small, my
parents taught me to acknowledge the presence of angels and of God. And I never
stopped. I believe this is a crucial part of what Jesus meant when he said we
need to “receive the kingdom of God like a child”. Everyone that thinks they’ve
matured and don’t receive the Kingdom of God like a child don’t allow
themselves to feel the real Him, much less imagine Him there. They’ve gone
backwards when it comes to faith.
I pray for you to live each day as if it were your first day
of the rest of your live-full of new beginnings and remembering His promises
again and again.
As Paul prayed for the Ephesians, I pray for you:
"I
ask that the God of our Lord Jesus Christ, the glorious Father, may give you
the Spirit[f] of wisdom and
revelation, so that you may know him better. 18 I pray that the eyes of your heart may
be enlightened in order that you may know the hope to which he has called you,
the riches of his glorious inheritance in his holy people, 19 and his incomparably great power for us who believe.
That power is the same as the mighty strength 20 he
exerted when he raised Christ from the dead and seated him at his right hand in
the heavenly realms, 21 far above all rule
and authority, power and dominion, and every name that is invoked, not only in
the present age but also in the one to come. 22 And
God placed all things under his feet and appointed him to be head over
everything for the church, 23 which is his
body, the fullness of him who fills everything in every way." Ephesians 1:17-23
Amen!
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